(Español tras la foto)
Friheten
My friend Ramón is changing homes and he sent me a picture of his new apartment in Madrid. The first thing I noticed was the same ikea couch that I used to have in Toronto. It is a corner sofa with a longer section (chaise, they call it), it has storage underneath and can be turned into a bed. I do not know how many times I took it apart to move or to change the placement of the chaise. Ramón, a classy architect with refined taste, was not pleased with the fact that a condo in Toronto´s west end has the same furniture that an apartment in the neighbourhood of Lavapies, and probably any house of a gentrified neighbourhood anywhere with an ikea store. He told me the couch was included as part of the apartment, he did not buy it. And I imagine him now breaking it with an axe and starting a bonfire in his balcony to get rid of the energy of globalization.
I do not know how and when we became obsessed with authenticity. Maybe a response to globalization or to mass consumerism, younger generations, particularly in the westernize world, want the real stuff. That obsession sometimes leads to absurd situations, like tourists getting into really sketchy neighbourhoods when they travel abroad. I know of a few people that, looking for the “authentic culture” of the place, ventured into neighbourhoods that no local would ever visit, if they had the choice. But, what is authentic? A Palestinian anthropologist I met a few years ago told me this story about Italian pizza that I will never forget. It is hard to proof, but here it goes: It may be that what we consider “authentic” Italian pizza (thin crust) actually is a second iteration of the pizza evolution. Some historians argue that Italian migrants brought their pizza recipes to North America, making pizza using thick dough, as we still know it in places like New York. Given the worldwide success, the Italians back home wanted to reclaim their product, and as a response, they started making thin crust pizza just to make it different to what had been exported around the world and claim its authenticity. If you ever go to Rome looking for authentic non-authentic pizza, stop by Monte Testaccio, an artificial mountain made of broken pottery used to carry olive oil from Spain during the Roman Empire. We associate Spain with olive trees and vineyards, but it is a recent development. Phoenicians, Romans and Arabs turned the Iberian Peninsula into one of the main producers of olive oil. Aceite, Spanish for oil, comes from the Arabic azzayt.
I used to be (and probably still am) really picky with the Spanish language. Spaniards have this reputation of trying to “protect” the purity and accuracy of the language against the ever-expanding influence of English. We even have an official institution (La Real Academia de la Lengua Española or The Royal Academy of the Spanish Language) in charge of, among other things, approving what new words will be officially accepted into the Spanish dictionary worldwide. When twitter started, there was this discussion about whether tweet was going to be accepted. The Academy accepted the Iberian version tuit. To tweet is tuitear. That debate would be unimaginable in the United States, Canada or even México, where new words are created and incorporated into everyday use constantly. With an estimated 50 million Spanish-speaking people in the United States, outnumbering the population of Spain itself, the Royal Academy is going to be busy for sure. If we add all the Spanish-speaking countries in America and all the people who listen to Bad Bunny… things get complicated and really interesting. Last year I visited a monastery in northern Spain that is believed to have the oldest written words in Spanish (and Euskera or Basque). These are notes taken by a monk on the side margins of a mass script in latin, around the eleventh century. He was trying to make sense of the latin text by adding some words in the language spoken in the streets. A bit like when I was studying English and I would add the pronunciation using Spanish sounds next to the English words. After all, deviations to the norm have happened before and they actually originated what we consider authentic now.
In a recent interview, a former president of Spain said that countries are a combination of history and landscape. As climate changes, so landscape does, our cultures and identities will evolve and transform. Unlike Romans and Arabs introducing olive oil in Spain, climate change is happening way faster, and the cultural transformation needs to keep up, and even precede it, if we want to mitigate, adapt and thrive. Ojalá, law šá lláh, let´s hope.
Take care,
Jose
(Scroll up for English)
Friheten
Mi amigo Ramón se está mudando y me acaba de enviar una foto de su nuevo apartamento en Madrid. Lo primero que vi fue que tenía el mismo sofá de ikea que yo tenía en Toronto. Es un sofá en L con una sección más larga (chaise, le llaman), tiene cajones debajo y se convierte en cama. No sé cuántas veces lo desmonté para mudarme de casa o para cambiar la parte larga de lado. Ramón, un arquitecto con clase y gusto refinado, no estaba muy contento con la idea de que un apartamento en el oeste de Toronto tenga los mismos muebles que uno en Lavapiés, y en probablemente cualquier casa de un barrio gentrificado con una tienda de ikea cerca. Me dijo que el sofá venía incluido con el apartamento, que él no lo compró. Y yo ahora lo imagino a él rompiéndolo con un hacha y haciendo una hoguera en su balcón para deshacerse de los espíritus de la globalización.
No sé cómo ni cuándo nos obsesionamos con la autenticidad. Quizás es una respuesta a la globalización o al consumo de masas, pero las generaciones más jóvenes, particularmente en el mundo occidentalizado, quieren lo auténtico. Esa obsesión lleva a veces a situaciones absurdas, como por ejemplo turistas que se meten en barrios peligrosos cuando están de viaje. Conozco unas cuantas personas que, buscando “la cultura auténtica”, se metieron en zonas a las que ningún local iría, si pudieran elegir. Además, ¿qué es auténtico? Un antropólogo Palestino que conocía hace unos años me contó una historia sobre la pizza italiana que no puedo olvidar. Es difícil de verificar, pero ahí va: Puede que lo que consideramos “auténtica” pizza Italiana (masa fina) sea en realidad una segunda iteración en la evolución de la pizza. Algunos profesionales de la historia dicen que los migrantes italianos llevaron sus recetas de pizza a Norte América, usando masa gruesa, como todavía se puede ver en lugares como Nueva York. Viendo el éxito rotundo, los italianos que se quedaron en el país querían reclamar su plato estrella, y en respuesta comenzaron a hacer pizza en masa fina, sólo para diferenciarla de la que se había exportado al resto del mundo y así proclamar su autenticidad. Si vas a Roma buscando auténtica no auténtica pizza, puedes hacer una parada en Monte Testaccio. Es una montaña artificial hecha de trozos de las vasijas de barro que se usaban para llevar aceite de oliva desde España durante el Imperio Romano. Ahora asociamos a España con olivares y viñedos, pero es algo bastante reciente. Fenicios, romanos y árabes convirtieron a la Península Ibérica en uno de los principales productores de aceite de oliva. Sin ir más lejos, aceite viene de la palabra árabe azzayt.
Yo solía ser (y probablemente todavía soy) bastante estricto con el uso del español (o castellano). La gente de España tiene reputación de intentar “proteger” la pureza y exactitud del idioma frente a la influencia incesante del inglés. Incluso tenemos una institución que se encarga de ello, la RAE. Entre otras cosas, la RAE aprueba qué nuevas palabras se aceptan oficialmente en el diccionario del español a nivel mundial. Cuando twitter empezó, hubo un debate acerca de si tweet iba a ser aceptado. La Academia prefirió una versión ibérica, tuit. También tuitear. Ese debate sería inimaginable en lugares como Estados Unidos, Canadá o incluso México, donde nuevas palabras son creadas e incorporadas en el uso del lenguaje continuamente. Con más de 50 milliones de hispanohablantes en Estados Unidos, superando incluso la población de España, la RAE va a estar ocupada. Si además añadimos todos los países hispanohablantes en América y toda la gente que escucha a Bad Bunny… la cosa se pone complicada e interesante. El año pasado visité un monasterio en el norte de España en el que supuestamente se encuentra el texto más antiguo con palabras en español (y euskera). Son notas hechas por un monje al margen de un texto de misa en latín, de alrededor del siglo once. Parece que estaba intentando aclarar el significado del texto añadiendo algunas palabras en el idioma que se hablaba en la calle. Un poco como cuando yo estudiaba inglés y añadía la pronunciación de las palabras al lado. Al final, las desviaciones de la norma siempre han ocurrido y hasta han originado lo que ahora consideramos auténtico.
En una entrevista reciente, un antiguo presidente de España decía que los países son una combinación de historia y paisaje. Con el cambio del clima, el paisaje también está cambiando, y nuestras identidades y culturas evolucionarán y se transformarán. A diferencia de la introducción del olivar en España por parte de romanos y árabes, el cambio climático está pasando mucho más rápido, y la transformación cultural tiene que ser al mismo ritmo, o incluso anticiparse, si queremos mitigar, adaptar y florecer. Ojalá, law šá lláh.
Hasta pronto,
Jose
There is a push para aceptar Spanglish as a hybrid idioma.