(scroll down for English, after the picture)
Casi la mitad
“Por primera vez en la historia, la mayoría de la población mundial se concentra en ciudades”. Esta es probablemente la frase que más he escuchado en presentaciones y charlas tipo TED de urbanismo en los últimos cinco años. Normalmente, tras esta diapositiva, el/la ponente de turno se centra en analizar todas las oportunidades y desafíos que la migración masiva hacia las ciudades presenta. En cierto modo impulsadas por la lentitud de los gobiernos centrales y por la acumulación de capital, las grandes urbes de nuestro tiempo han decidido tomar el liderazgo en materia de cambio climático. Es algo a aplaudir: Copenhague quiere alcanzar la neutralidad de carbono (emitir la misma cantidad de carbono de la que se retira de la atmósfera) en 2025; París, liderada por la alcaldesa Anne Hidalgo, ha instalado más de 1.000 km de red ciclista y ha peatonalizado la ribera del Sena en apenas cuatro años; la Ciudad de México ha instalado más de 20.000 sistemas de captación de agua de lluvia… la lista continúa.
¿Qué mecanismos sociales y económicos han acelerado el proceso de urbanización del mundo? ¿Es algo a fomentar o a reducir? ¿Qué pasa con el otro casi 50% de la población mundial? Son preguntas que no suelen tratarse y que parecen relevantes. No es que no me gusten las ciudades, de hecho, cuánto más grandes y caóticas, más me apasionan: Estambul, Ciudad de México, Cairo, New York… todas fascinantes. Sin embargo, yo he pasado la mayor parte de mi vida (concretamente el 64% de ella) en un pueblo de 1.500 habitantes situado en esa otra mitad, en la que se queda fuera de las conferencias del urbanismo del siglo XXI. Le llaman la “España vacía” y representa el 70% del territorio peninsular, aunque sólo alberga al 10% de la población.
Las estadísticas dicen que alrededor del 60% de los pueblos españoles tienen menos de 1.000 habitantes. No me cuesta creer la cifra si retomo una ruta ciclista que solía hacer con mis amigos en el verano cuando éramos niños: partíamos desde Morata (1.066 habitantes), pasando por Chodes (104), Arándiga (278), Mesones (257), Nigüella (61) y regresábamos al pueblo con mucha hambre cuatro horas después. Y todo sin teléfono móvil.
Instituto Nacional de Estadística (www.ine.es)
El mundo rural parece estar de vuelta en las noticias también fuera de España. El arquitecto holandés Rem Koolhas dedicó en 2020 toda una exhibición a la parte no urbana del mundo en el museo Guggenheim de Nueva York. Koolhas, quien sostiene que “las ideas más radicales y modernas de nuestra civilización están ocurriendo en el campo”, muestra como la extensión y adaptabilidad de las zonas rurales están posibilitando desarrollos tecnológicos que la mayoría de la población relaciona con las grandes ciudades.
La pandemia y la crisis de vivienda digna también han propiciado un movimiento migratorio desde las grandes ciudades hacia poblaciones menores. Las dos ciudades más grandes de Canadá, Toronto y Montreal, han registrado el mayor éxodo de población hacia otras zonas de sus respectivas provincias desde el período 2001/2002. Japón lleva unos años dando estímulos económicos a los habitantes de Tokio que estén dispuestos a comprar una propiedad en áreas rurales del país, especialmente si tienen hijos/as. Estudios recientes dicen que el interés por salir de Tokio se ha duplicado desde el comienzo de la pandemia. El tiempo dirá si estos movimientos a contracorriente son permanentes y considerables, o sólo una anomalía.
Es probable que las ciudades sigan creciendo y acaparando el debate sobre la sostenibilidad, pero quizás convendría mirar de reojo a las zonas rurales para aprender de lo que ya funciona. Cuánto más leo sobre la ciudad de los 15 minutos, la economía circular o el consumo local, más me acuerdo de mi pueblo.
¿Qué iniciativas del entorno rural os gustaría replicar en la ciudad?
Como siempre, encantado de recibir vuestras respuestas. Sólo tienes que contestar a este correo y las incluiré en el próximo boletín. Cuántas más voces, mejor.
Muchas gracias a los/as que me habéis ido enviado vuestros comentarios, opiniones y ánimos. ¡Me da mucho gusto saber que lo estáis disfrutando! Espero que lo compartáis con familiares y amigos/as que puedan estar interesados/as.
Saludos,
Jose
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Vuestras respuestas (editadas) al boletín anterior, Ciclos:
Julia (Chihuahua), compartió este artículo sobre un futuro distópico en el que el agua se agota y la tecnología nos falla.
Pepe (Barcelona), compartió este vídeo sobre una ecoaldea en el sur de España.
Hilary (Newmarket): “recientemente retomé la idea del planeamiento urbano y estratégico basado en las estaciones. En Canadá tenemos dos estaciones muy distintas (invierno y verano) y dos estaciones de transición, primavera y otoño. ¿Cómo sería si planeáramos usando la sabiduría de la naturaleza comenzando en invierno para investigar dónde están las fisuras, qué está cambiando y qué está listo para nacer? De ahí pasaríamos al florecimiento de nuevas ideas en la primavera, a su ensayo en verano y a su cosecha en otoño, para comenzar el ciclo de nuevo, esta vez en forma de espiral. Los ciclos son movimientos de energía fascinante”.
Carlos (Barcelona): “cuando hablas de la multiculturalidad de Toronto, me viene a la cabeza algo que hace tiempo que vengo pensando. Prefiero viajar menos pero conocer mejor a más personas de orígenes diferentes, que viajar más pero no conocer a nadie allá adonde vayas. Relacionado con los ciclos, es interesante pensar que nuestro presente es una combinación de múltiples ciclos con períodos diferentes. Algunos períodos son fijos u objetivos: anuales, estacionales, circadianos, diarios, horarios, etc., y otros son subjetivos y corresponden a etapas o momentos vitales”.
Morata de Jalón, ayer. Foto de mi madre.
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(Español más arriba)
Almost half
“For the first time in History, more people live in cities than anywhere else”. This is one of the sentences I have heard most frequently in planning presentations and TED talks for the last five years. After this opening statement, the presenter usually turns their attention to analyze the challenges and opportunities that the massive urban migration represents. Cities have taken the lead on tackling climate change, both propelled by the inactivity of federal governments and the concentration of wealth. It is something to celebrate: Copenhagen wants to be carbon neutral (carbon emissions zeroed by carbon removed from the atmosphere) by 2025; Paris, led by the major Anne Hidalgo, has implemented more than 1,000 km of bike lanes and has pedestrianized the Seine’s riverfront in just over 4 years; Mexico City has installed over 20,000 rainwater harvesting systems… the list goes on.
What socio-economic drivers led us to an urbanized world? Is this something to be promoted or prevented? What is the deal with the remaining almost 50% of the world population? These questions are rarely addressed and seem relevant. Do not take me wrong, I love cities, the bigger and messier, the better: Istanbul, Mexico City, Cairo, NYC… all of them are fascinating. However, I have spent most of my life (64% of my life) in a small village of 1,500 inhabitants, located in that other half, the part of the world out of the 21st century-urbanism conferences. In Spain they call it “España vacía” (empty Spain) and represents 70% of the territory, although only 10% of the population lives there.
The statistics show that about 60% of the towns in Spain have fewer than 1,000 inhabitants. I do not find it hard to believe. Let us trace back the cycling trip that I used to do with my childhood friends in summer: we started at Morata (1.066 inhabitants), passed by Chodes (104), Arándiga (278), Mesones (257), Nigüella (61) and then back to our town four hours later, starving. All of this without cellphone.
Spanish National Census (www.ine.es)
The rural part of the world seems to be in the news outside of Spain as well. The Dutch architect Rem Koolhas created an exhibition about the non-urban world for the Guggenheim Museum of New York in 2020. Koolhas thinks that “the most radical and modern ideas of our civilization are happening in the countryside”. He shows how the extension and adaptability of the rural areas are enabling technological developments that most of the public opinion attribute to big cities.
The pandemic and the housing crisis have triggered a reverse migration, from big cities to smaller demographic centers. Canada’s two biggest cities, Toronto and Montreal, registered the highest number of people relocating to other areas of their respective provinces since 2001/2002. Japan has been incentivizing people to leave Tokyo and move to the countryside, specially if they have children. Recent surveys show that the number of people interested in leaving the city has doubled since the beginning of the pandemic. We will see if these reversed migrations are permanent and significant, or just an anomaly.
It is likely that cities will keep growing and getting in the limelight of the sustainability debate. But it may be worth keeping an eye on the rural areas to learn from what already works there. The more I read about the 15-minute city , the circular economy or the local consumption, the more I think of my small town.
What rural initiatives would you replicate in a big city?
As always, I would love to hear your responses. Just reply to this email and I will add them to the next newsletter. The more, the merrier.
Thanks so much to those who sent their comments, opinions and words of encouragement. I really like knowing that you enjoy the notes and I hope you share them with your family and friends.
Best,
Jose
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Your (edited) responses to the previous newsletter, Cycles:
Julia (Chihuahua), shared this article about a dystopian future with no water and technological failure.
Pepe (Barcelona), shared this video about an eco-town in southern Spain (in Spanish only).
Hilary (Newmarket): “I recently came back to the notion of strategic and urban planning based on the cycles of the seasons. In Canada we experience two very different seasons in Winter and Summer and 2 transitional seasons, Spring and Fall. What if we undertook planning using the wisdom of Nature by starting in the Winter to delve into where the cracks are, what is truly changing and ready to be born, that leads to the Spring of new ideas, then into the Summer of testing them and the Fall of harvesting, to begin again in the cycle, but this time in a spiral way? Cycles are such fascinating movements of energy”.
Carlos (Barcelona): “When you talk about diversity in Toronto, it comes to mind something I have been thinking about for a long time. I prefer to travel less but meet more people from different backgrounds and countries where I am, rather than travelling more without meeting new people in my trips. On the cycles, it is interesting to think that our present is a combination of multiple cycles with different lengths. Some of them are fixed, such as annual, seasonal, circadian, daily, hourly, etc… and others are subjective and related to personal chapters”.