(Español tras la foto)
Asymmetry
The Canadian government has just announced that citizens of Mexico will need a visa to enter the country. It sounds rather ironic thinking about the reverse situation, that of Canadian citizens visiting Mexico having a special line (along with visitors from a few other countries) at the Mexico City airport. While people from Mexico line up to go through immigration control and deal with the agent on duty in their own country, Canadians scan their passport in a little machine and automatically the country gates are wide open for a 6-month stay, no questions asked.
A colleague from an indigenous community in Canada attended a mining conference in Toronto last week, one of the largest in the world. His community has some very valuable mineral reserves and Canadian mining companies want to strike a deal to exploit them. Mining is some of the dirty laundry Canada keeps out of sight. 60% of the world's mining companies are Canadian, a powerful industry supported by a government that grants them impunity, diplomatic assistance and special tax treatment. There is a history of irregularities and injustices by these companies in their own country, particularly in indigenous communities, but at least there is environmental, social and economic legislation to try to hold them accountable. When we look abroad, the situation is very different. These same Canadian mining companies are well infamously known in places like Mexico and other countries in Latin America, Africa and Asia, where they are engaged in dispossessing indigenous communities, destroying the social fabric and annihilating ecosystems, oblivious to any scrutiny by Canadian regulations and society, which look the other way in order to pocket their profits. Even though the largest mining companies in the world have their headquarters in Toronto, I have never heard anyone talk about it, not even my dear straw-hat environmentalist friends. Could it be because these same mining companies have financed museums, hospitals and universities?
If you live in Canada and care about social justice and the environment, maybe the most effective way to make a difference is to ask your local, provincial and federal political representatives for explanations of these companies' activities. Rather than stop drinking soda through a straw or eating tofu. The Mining Watch website may be a good place to start learning more about the issue.
A Colombian friend told me that before he migrated to Canada his image of the country was of a blue water lake surrounded by century-old trees somewhere in the north. That was the picture on the calendar that hung on the wall of the mechanic his family took his car to for repairs. A few years ago when I told someone from Mexico that I lived in Toronto, his response was "ah, are Canadian mining companies there as reckless as they are here in Mexico?" It is up to Canadian citizens what image is projected abroad. It is time to lift the rug and deal with all the destruction that goes on under the maple leaf flag.
Take care,
Jose
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Asimetría
El gobierno de Canadá acaba de anunciar que los ciudadanos/as de México van a necesitar un visado para poder entrar al país. Suena bastante irónico pensando en la situación inversa, la de las ciudadanas/os de Canadá visitando México que cuentan con una fila especial (junto a visitantes de otros pocos países) en el aeropuerto de la Ciudad de México. Mientras la gente de México hace fila para pasar por el control migratorio y aguantar al agente de turno en su propio país, los canadienses escanean su pasaporte en una maquinita y automáticamente se abren los tornos para una estancia de 6 meses.
Un colega de una comunidad indígena de Canadá estuvo en una conferencia de minería en Toronto la semana pasada, una de las más grandes del mundo. Su comunidad tiene unas reservas de minerales de alto valor y las mineras canadienses quieren llegar a un acuerdo con ellos para poder explotarlas. La minería es uno de los trapos sucios que Canadá guarda bajo la alfombra. El 60% de las empresas mineras del mundo son canadienses, una industria poderosísima apoyada por un gobierno que les otorga impunidad, asistencia diplomática y un trato especial en materia de impuestos. Existe una historia de irregularidades e injusticias por parte de esas empresas en su propio país, particularmente en comunidades indígenas, sin embargo, al menos hay una legislación ambiental, social y económica con la cual intentar controlar sus impactos. Cuando miramos al exterior, la situación es muy distinta. Esas mismas mineras canadienses son bien conocidas en lugares como México y otros países de Latinoamérica, África y Asia, donde se dedican a despojar comunidades indígenas, destruir el tejido social y destrozar ecosistemas, ajenas a cualquier escrutinio por parte de la normativa y sociedad canadiense, que mira a otra parte con tal de embolsarse sus ganancias. A pesar de que las empresas mineras más grandes del mundo tienen su oficina en Toronto, nunca escuché a nadie hablar de ello, ni siquiera a mis queridos amigos ambientalistas de sombrero de paja. ¿Será porque esas mismas mineras se han encargado de financiar museos, hospitales y universidades?
Si vives en Canadá y te interesa la justicia social y el medio ambiente, puede que la forma más efectiva de cambiar las cosas sea pedir explicaciones de la actividad de esas empresas a tus representantes políticos locales, provinciales y federales. Más que dejar de beber refresco con pajita o comer tofu. La página de Mining Watch puede ser un buen lugar donde empezar a aprender más sobre el tema.
Un amigo colombiano me contó que antes de migrar a Canadá su imagen del país era la de un lago de agua azul rodeado de árboles centenarios en algún lugar del norte. Esa era la foto del calendario que colgaba en la pared del mecánico al que su familia llevaba a reparar el coche. Hace unos años cuando le dije a alguien de México que vivía en Toronto, su respuesta fue “ah, ¿y las mineras canadienses son allí tan culeras como aquí en México?” De la ciudadanía canadiense depende qué imagen se proyecta al exterior. Es hora de levantar la alfombra y lidiar con toda la destrucción que ocurre bajo la bandera de la hoja de arce.
Hasta pronto,
Jose